sábado, 1 de agosto de 2015


1º. Personas maceta. Pacto con la muerte. Plantas.


Las personas somos una maceta. Al inicio, vacía. Al final de nuestras vidas, llena. Algunos suertudos, sujetando una bonita planta, compartiendo su vida.
El problema es qué material lo rellene. Muchas personas mueren con el vaso lleno de monstruos. Sus monstruos, así es como lo denominan ahora, y cómo lo llamo yo después de escuchar las canciones de Imagine Dragons.

Se empieza a llenar porque notamos una sensación de vacío. Normal. Cada persona tiene que constituirse a sí misma. Es difícil, porque muchas personas acaban sus vidas con una maceta llena de mierda (ese agua con tierra dentro de una maceta rota y corroída por los años), y otras con lo mismo, lo único que lo decoran por fuera con pinturas, para que no se note y acabar así como los otros. Otras intentan cambiarse de macetero,  escapando, pero al ser la misma esencia, acabarán llenándolo de lo mismo.

Esa mierda forma una bola pegajosa, de sentimientos y experiencias que se aferran a nosotros, supongo que os imagináis cuáles.
La bola pegajosa se aferra a las paredes internas de la maceta, incluso dejándote sin respirar. Te das cuenta de ello cuando se ha formado al completo. La ansiedad es eso que pasa cuando no sabes cómo limpiar la maceta. De hecho, no tienes ni ideas ni recursos para ello. Resulta mucho más fácil romper la maceta. Acabar contigo.

Por comodidad, dejas que se limpie por si sola con ráfagas de viento; consiguiendo el efecto contrario.

Por una razón o por otra, algo o alguien consigue que sueltes un granito de arena con mierda. Te sorprendes, porque, lo único que conseguías era almacenar más.
Poco a poco te vas dando cuenta de que romper la maceta supondría tal desastre, tanta mierda por barrer por parte de los demás, que simplemente, con ese pensamiento, sueltas otro trozo de arena, esta vez más grande.

De esa forma vas despachando mierda tanto inconscientemente como consciente. Hasta que lo vacías. Qué gran alivio. Por fin fuera de todo aquello. Te ha costado dolor, mucho dolor, con sangre, lágrimas, gritos. 
¿Pero eso qué más da ahora? Te sientes un luchador nato.

No es suficiente.
Ahora te encuentras en la misma situación que cuando empezaste a pensar sobre ti mismo.
Estás vacío. 

Por suerte, tienes una base. Una base de arena compacta y reluciente que espera a llenarse para dar vida a una planta. Y no quieres ser un cáctus. Los cactus serán bonitos, pero guardan mucho llanto en su interior y es imposible acercarte a ellos. 

Te queda la tarea más dura. Llenar la maceta sin ningún gramo de mierda. Y para más inri, tienes que limpiar y pulir el exterior. ¿Por qué he llegado a esta cuesta hacia arriba?

Porque quieres ser una planta con vida, y no una maceta sin sentimientos.



Podría escribir un sin fin de descripciones sobre la ansiedad y la depresión; no me retéis a hacerlo.